sábado, 15 de diciembre de 2012

Relato de mi parto soñado (II)

Después de la visita a monitores, estaba de vuelta en casa muy relajada, sabiendo que ya no tendría que volver, ya que intuía que el parto estaba muy próximo.

Hacía ya varias noches que la cosa se estaba poniendo seria, el 8 de septiembre no dormí en toda la noche y las 5 y algo de la mañana estaba sentada en la pelota de pilates con el móvil contando contracciones y preparada para llamar a la matrona. Pero se quedó en otra intensa noche de pródomos :)

El 10 según llegué a casa de monitores empecé a tirar el tapón mucoso aunque de manera muy sutil, un par de hilillos de sangre nada más, y sin que los ginecólogos hubieran hecho tacto jeje. Sabía que esto estaba a punto de caramelo, y no me sentía cansada por los interminables pródomos, lo estaba disfrutando tanto!

El miércoles 12 me levanté como todos esos días, y vinieron mis padres a casa para que fuéramos a comer con ellos (mi marido estaba trabajando). En el coche iba hablando con mi madre y me preguntó si sabía cuándo sería, a lo que le contesté que eso no se podía saber, que estas cosas ya se sabe como son, que igual estoy tan pancha y de repente empieza como que me tiro unos días más. Pero le dije: de esta semana no paso... y déjate que tampoco creo que llegue al fin de semana jeje. Ahora lo pienso y sonrío, cuánta razón tenía! Llegamos a su casa sobre las 13:20 y como la comida ya estaba lista nos pusimos a comer. Sobre las 13:45 me dio una contracción bastante fuerte, la verdad es que ya me pareció sospechoso, sobre todo porque las gordas me solían dar de noche.
Ahora que lo pienso, creo que era mi subconsciente el que hablaba. Al principio no las tenía todas conmigo en como reaccionaría mi hija en el momento del parto, y sobre todo porque tenía miedo de no poder atenderla, ya que ella está muy apegada a mí, pero sin embargo sabía que si el parto se producía de noche sería más difícil para las dos, ya que si se despertaba estaría más necesitada de mimitos, mientras que si la cosa sucedía de día, ella estaría con fuerzas para aguantar todo y en caso necesario aguantaría de mejor grado que se ocupara de ella su papá o incluso quizá la convencieran mis padres para ir un ratito al parque.

Encajé la contracción como pude mientras seguía comiendo e intenté apurar un poco más. Me dio otra y me fijé en el reloj, habían pasado 5 minutos. De repente me dio un retortijón y me tuve que levantar al baño. Me vine al baño y otra! Uff la cosa se ponía seria, así que le mandé un mensaje a mi marido para pedirle que se viniera YA a buscarme, esto estaba en marcha y por el ritmo y la intensidad de las contracciones no sé cuánto podría aguantar en casa de mis padres, necesitaba irme a la tranquilidad de mi casa. No quería que mis padres se enteraran ya que no quería sentir presiones externas, yo estaba muy conectada conmigo misma y quería tranquilidad, y mi madre ya sabía yo que sólo conseguiría ponerme nerviosa, además de que suponía que se empeñaría en venirse y de eso nada! Mi marido me dijo que ya había terminado y que le faltaba ducharse, si se venía tal cual o si le daba tiempo a darse una duchita rápida. Le dije que sí, que se duchara y se viniera en cuanto terminara. A todo esto yo estaba de nuevo en la mesa, me debatía ya que no tenía hambre pero quería terminar de comer para poder marcharme cuanto antes y sin levantar sospechas. Con otra contracción volví a tener ganas de ir al baño. Estaba claro que no necesitaba nada más que confiar en mi cuerpo, menudo enema natural :P

A la vuelta ya me costaba horrores encajar las contracciones sentada y además que no se me notara, pero como mis padres sabían que me había levantado para ir al baño tampoco sospecharon, les dije que me dolía la barriga y menos mal, no me entraba ni un solo bocado más. En la segunda visita al baño ya le había confirmado a mi marido que me apremiaba, que avisara a la matrona y le dijera que eran muy seguidas y que ya no podía mirar discretamente el reloj, que se viniera ya y a ver si conseguíamos irnos sin levantar sospechas.

Llegó enseguida, por suerte mi hija mayor ya había terminado de comer y nos fuimos enseguida. A mis padres les pareció un poco brusco, pero se pensaban que simplemente mi marido venía cansado de trabajar.

Cuando bajamos, mi marido quería dejar su moto allí y llevarnos en mi coche, pero lo convencí para que cada uno se fuera por separado. Vivimos a unos 3 kms, la verdad es que el trayecto era corto; él no quería pero yo no quería que se quedara su moto allí a la vista para que mis padres ataran cabos. Fue el viaje más largo de mi vida jaja. Esperé a la siguiente contracción, la encajé y arranqué, y aún así me dio una por el camino y otra justo al llegar a casa. Dejé el coche atravesado delante del garaje y subí con mi hija mientras mi marido los guardaba en el garaje. Eran las 14:55.

Volví a sentir retortijones y me fui corriendo al baño. Me senté en el wc pero ya no tenía nada que echar, así que me arranqué como pude la ropa pensando en darme una ducha, necesitaba sentir el alivio del agua. Mi hija al verme también empezó a quitarse la ropa (siempre nos duchamos juntas) pero me dio otra contracción y mi instinto me dijo que lo de la ducha no era buena idea, así que me fui al salón y me puse a cuatro patas sobre la alfombra puzzle. Mi hija me miraba con cara de curiosidad, y aprovechó que estaba desnuda a cuatro patas para encaramarse a la teta, cual Rómulo con la loba XD. La aparté suavemente y le dije que su hermanita estaba lista, que había llegado el momento que tanto le había explicado.

Me sonó el teléfono, suponía que era S., mi matrona, pero me sentía totalmente incapaz de contestar. Dejé que sonara. Saliendo de casa de mis padres ya eran cada 3 minutos, y al llegar a casa se habían desencadenado a lo salvaje, aunque yo ya no era consciente de nada, estaba totalmente metida en mi planeta parto. Las contracciones se sucedían vertiginosamente y yo me abandonaba en cada una de ellas, dejándome llevar por la ola y cantándolas con la A, era un sonido gutural que me salía de lo más hondo y me ayudaba a liberarme a su fuerza.

Subió mi marido, a pesar de la intensidad de todo lo que estaba viviendo no habían transcurrido ni 5 minutos desde que yo salí del coche, y se sorprendió mucho de cómo me encontró. Estaba hablando con mi matrona, que le decía que llegaría en breve y preguntaba cómo me encontraba yo. Él me miró inquisitivamente y yo le dije que no sabía, que ya hacía rato que notaba que debían de ser cada minuto o así. Creo que la matrona no creía que fuera tan rápido y le preguntó:
- ¿En qué posición está?
A lo que le contestó:
- ¿En qué posición? Pues en pompa!

Jajajaja yo me moría de la risa y decía entre carcajadas: a cuatro patas, a cuatro patas! Me había cogido la pelota entre contracción y contracción y estaba a cuatro patas sobre la alfombra, con los brazos y la cabeza apoyados en la pelota. Qué bien se estaba! Podría estar así toda la vida!

Mi marido me dijo que me ayudaba y nos íbamos a la habitación, y le dije que imposible, que ni una grúa me movía de allí y que además estaba comodísima. Y pensar que acabábamos de cambiar de colchón y habíamos guardado el viejo estos días para este momento (así, si se manchaba, pues se tiraba y listo), tenía una vela especial guardada, sales, mi gel de ducha usado en el parto de mi primera hija... Es bien cierto que una no puede pensar en su parto, cuando me preguntaban siempre decía que no sabía, que lo sabría en el momento, y así era en realidad. Mi cuerpo hablaba y yo sólo podía escucharlo.

De repente sentí ganas de empujar. En realidad no sé si sentí ganas y empujé o si mi cuerpo empezó a empujar y me di cuenta de que estaba empujando. Como digo, estaba super conectada conmigo misma, y ahora que lo pienso empecé a empujar cuando mi marido no había llegado a casa. No sentía miedo, estaba tan relajada, hubiera sido capaz de hacerlo yo sola en ese instante. Me toqué con la mano y sentí como un globo de agua, era la bolsa amniótica asomando.

Cuando llegó mi marido, entre contracción y contracción, le pedí que me trajera mis cosas. Lo tenía todo preparado en una cajita. Me puso sabanindas debajo y unas toallas dobladas debajo de las rodillas, que me dolían en contacto con el suelo. Me puso el aire acondicionado cerquita de la cara pero no directamente, y me recogí el pelo en un moño. Curiosamente ahí fue cuando noté un cambio en los pujos, ahora notaba como cuando en cada contracción el pujo iba acompañado del descenso de mi bebé, y durante esos instantes fui capaz de respirar tranquila y ni siquiera notaba la necesidad de cantar las contracciones como hasta ese momento.

Me preguntó cómo me encontraba y le dije lo de la bolsa amniótica, le pareció muy sorprendente, dice que parecía un condón :) Flipaba con la rapidez, el pobre estaba deseando que llegara S., tenía miedo de que no llegara a tiempo. Justo en ese momento llegó, y se sorprendió muchísimo de verme así. Pero se hizo cargo de la situación en cuestión de décimas de segundo; se arrodilló a mi lado y me dijo que ya estaba coronando. Le pidió al padre que le acercara lo necesario, ya hacía unas semanas que teníamos todo su equipo en casa. Me dijo que era una campeona y que ya estaba todo muy cerca.

Le conté como se estaba desarrollando todo. Es curioso, había leído tanto sobre la necesidad del silencio, y sin embargo no me molestaban las palabras. Entre contracciones, aunque el espacio de tiempo era poco, me recuperaba fenomenal y era capaz de mantener una conversación, a ratos sólo podía decir dos palabras seguidas y en medio de las contracciones me callaba, pero no me molestaba el sonido. Simplemente, desconectaba y ni los veía ni los oía; en ese momento sólo estábamos mi bebé y yo. Mi hija mayor se estaba comportando como nunca, a ratitos se impresionaba un poco pero le explicábamos que venía su hermana y que la estábamos llamando y se calmaba.

De repente necesitaba de nuevo acompañar cada oleada con el sonido de mi voz, S. había sacado el monitor portátil para ver como se comportaba mi princesa con las contracciones, y justo en ese instante sentí mucho escozor, algo que me quemaba. Le pregunté qué me hacía y le pedí que por favor me lo quitara, que me escocía; ella me dijo que no era el monitor lo que me provocaba eso y caí en el famoso aro de fuego. Y es que mi peque pedía paso, así que en la siguiente contracción ya salió la cabeza enterita. En ese momento no me dijeron nada, pero luego me contó mi marido que lo pasó fatal porque llevaba una vuelta de cordón, aunque muy floja y en un segundo S. se la quitó. Sentí que la fuerza me flaqueaba, fue una sensación extraña porque sentía que podía con todo pero necesité expresarlo en palabras y le dije a la matrona que no podía más. Me dijo que si ya estaba casi todo hecho; en realidad no es que no pudiera, me sentía muy poderosa, sino que había identificado ese momento que cuentan muchas parturientas del desfallecimiento de fuerzas y necesitaba decir que yo había llegado a él y por tanto estaba casi en el final del proceso. Con la siguiente salió el resto del cuerpo. Eran las 15:48. La matrona la cogió y me la puso en el suelo entre mis piernas. Me gustó mucho como me describió ese momento, dice que tardé unos segundos en cogerla porque estaba mirándola embobada. Me acababa de enamorar de nuevo! La cogí entre mis brazos y la abracé contra mi pecho, dándole mi calor. Me ayudaron a cambiar de postura y ponerme en posición semisentada, con la peque en mi regazo. Nos taparon con unas toallas y una manta por encima de mi hija, pero bien pegaditas piel con piel. S. estaba con su nena de 5 meses y se había asustado en el último momento del expulsivo y se había puesto a llorar, así que ella estaba con su bebé y yo con la mía <3. Llamé a mi hija, que estaba a escasos pasos en todo momento pero se había quedado maravillada y como que no se atrevía a acercarse, y se puso bien cerquita observando a su hermanita. Estábamos muy emocionados por el momento y no hacíamos más que mirarla.

Esperamos con calma a que el cordón dejara de latir y entonces lo cortó mi marido, siempre dice que fue como cortar un calamar jeje, le sorprendió que fuera tan duro. Después volvieron las contracciones, y alumbré la placenta. S me limpió y le dije: ahora dame una buena noticia y dime que no me tienes que coser. Me examinó y bieeeeen, ni siquiera me había desgarrado! Al rato me fui para nuestra cama, con mis dos nenas, la peque se enganchó con fuerza y enseguida se apuntó la mayor al tándem ;)

Ha sido la experiencia más bonita de mi vida, para mí el parto nunca había sido un trámite necesario a soportar para obtener la recompensa de un hijo sino un fin en sí mismo, pero este parto fue el mejor parto que podía soñar. Si hay una palabra que describa como me sentí, es empoderamiento <3


lunes, 10 de diciembre de 2012

Relato de mi parto soñado (I)

Las que me conocen saben que he tenido un preparto muy largo, con amago de ponerme de parto en la víspera de las 34 semanas, y con muchísimos pródomos desde la semana 36. He llegado a tener contracciones cada 3 minutos, y sin embargo, yo sabía que eran una falsa alarma. Bueno, más que falsa alarma yo lo llamaría preparatorio, ya que en todo momento estaba super tranquila sabiendo que el momento estaba cerca y que todo lo que me pasaba era que estaba adelantando trabajo para el día clave. Una noche incluso me pasé unas cuantas horas en la pelota de pilates y con el teléfono a mano para llamar a la matrona, pero no pasó de una noche de pródomos intensos más.
Pero un buen día, llegó el día. Era miércoles 12 de septiembre, había ido a monitores el lunes 10 y no debía volver hasta el martes 18, así que yo estaba muy tranquila porque sabía perfectamente que el martes ya tendría a mi pequeña en brazos. El lunes la cosa no había ido tan mal, mi marido trabajaba pero mi matrona se había ofrecido para acompañarme, cosa que le agradecí en el alma. Mi karma no estaba para seguir luchando contracorriente y no me apetecía nada de nada ir al hospital; estaba tan convencida de que no tendría que ir a monitores que eso fue lo único que me ensombreció un poco el momento, no por ansia de parir (que tenía muchas ganas, pero estaba disfrutando tanto de los últimos días...) sino por el ambiente del hospital. Me habían pedido que llevara el consentimiento informado ese día, y ya sabéis los problemas que he tenido con mi plan de parto.
Pues bien, llego a consulta y ¡oh, sorpresa! (léase irónicamente), que mi plan de parto no estaba incluido en mi historia. No perdí la mano que puse en el fuego a que no le habían hecho ni caso, un detalle más a incluir en la reclamación que les pienso poner. Total, que me piden el consentimiento y les explico que no lo pienso firmar, que para eso he entregado mi plan de parto bla bla bla. Por suerte, la ginecóloga era de las más majas que me tocaran anteriormente y me pidió una copia y mientras yo pasaba a la consulta le echó un vistazo rápido, y rápidamente interrumpió a la enfermera que me pedía que me subiera al potro. "No le vamos a hacer tacto" fue música celestial para los oídos, y es que aunque yo sabía que efectivamente a mí no me tactaba ni el tato, el no tener que pelearlo era una maravillosa novedad.
Así, la última visita se desarrolló dentro de la normalidad, y en un ambiente relajado, tal como necesita cualquier mamá en la última etapa de su embarazo.

En la eco estaba todo perfecto, mucho líquido amniótico y placenta en buen estado. En cuanto al tamaño, les costó bastante hacer una estimación, ya que la cabeza estaba encajada y muuuuy baja. Me dijeron que no habían conseguido coger toda la cabeza y estimaban un peso de unos 2.800, lo que nos imaginamos que no era correcto ya que en la ecografía de las 32 semanas (y estábamos en la 40+1 según las cuentas del hospital) era de 2.750. Pero dijeron que estaba todo perfecto. En monitores, varias contracciones no regulares, de las cuales una bastante intensa. Era cuestión de tiempo, y me citaron para dentro de 8 días.